lunes, 15 de febrero de 2010

Mis CINCO libros por César Gándara


Me cuesta muchísimo trabajo pensar en mis cinco libros favoritos, pues al momento de hacer este ejercicio se me vienen a la cabeza tantos títulos que de sólo pensar en ellos me parecería injusto dejar alguno fuera de la lista. Luego me pongo a recordar todos aquellos que no me llegaron a la memoria de primer momento y entonces sí me dan ganas de llorar.
Creo que los libros son como las personas: algunos me atraen por voluptuosos, otros porque se parecen un poco a mí y otros porque son totalmente distintos o me enseñan a ver situaciones o cosas que, de no ser por ellos, nunca habría visto o reflexionado, o tal vez sí pero de manera diferente. Hay, eso sí, libros que leí hace mucho tiempo y que aún me acompañan por la vida. Hay otros que tuve la fortuna de leer recientemente, y quizá gracias a ello pude disfrutarlos con la experiencia de vida suficiente para comprenderlos. Quizá si los hubiera leído de más joven no me habrían dicho nada. Ahí es donde me parece que radica el secreto de los libros entrañables: en que llegan en el momento indicado para nosotros y se vuelven imprescindibles para nuestras vidas. Cuando ensanchan nuestra realidad, cuando nos hacen decir “¿pero para qué carajos entonces estamos aquí?” o “Bueno, sí, la vida es una mierda, pero aun así vale la pena vivirla” o cualquier otra cosa, siempre y cuando nos inviten a entablar un diálogo. Aunque también hay libros que recuerdo con profundo cariño y que no hicieron más que hacerme pasar un rato divertido, o que me hicieron ver la riqueza verbal de nuestra lengua, o que me impresionaron por la brutalidad y la violencia con que puede representarse la realidad a través de las palabras.
La grandeza de los libros está en su riqueza. En que cada uno de ellos es único, irrepetible, e inigualable, como personas hay en el mundo. Si no, ¿para qué tantos libros? ¿para qué seguir escribiendo de lo mismo? Pero, bueno, hay que entrarle al reto y mencionar algunos títulos, supongo.

Uno de los libros que me ha acompañado desde hace mucho tiempo es el "Quijote" de Cervantes. La primera vez que lo leí me costó trabajo el lenguaje con que está escrito. Pero reconozco que desde que comencé el prólogo me atrapó y no pude dejarlo. El "Quijote" me enseñó que los libros no son aburridos, que se puede conocer todo un universo de emociones, de personajes, de aventuras y desventuras de manera amena, divertida. La locura como arma y bandera de conocimiento. Me parece un libro genial.

"Crimen y Castigo" de Dostoievski fue el primer libro, y de los pocos, en que comencé a leerlo y nunca me fijé en qué página iba. Me arrebató desde el principio, estaba totalmente impresionado con la cantidad de personajes y sus maneras tan distintas de ver al mundo. El manejo de la tensión, el no saber si Rascolnikov se va a entregar a la policía o si lo van a atrapar a lo largo de quinientas páginas.

El tercer libro que me atrapó de principio a fin fue "La peste" de Albert Camus. La manera en que describe tanta miseria, su visión tan optimista de la humanidad y el manejo del narrador fueron reveladores para mí.

El cuarto libro que me dejó deslumbrado fue "El tambor de hojalata" de Günter Grass. Considero a ese libro una catedral de la invención. Me impresiona cómo se puede contar un hecho histórico conocido de todos desde un punto de vista tan distinto, tan “insignificante” como podría serlo el punto de vista de un enano que desde la primera infancia queda marcado al conocer un tambor. El libro en su totalidad es una oda, un homenaje a la invención.

También hay muchas historias que me han cautivado. Muchas de ellas son cuentos y no podría acabar de mencionarlas en este espacio. Si tuviera que mencionarlos como colecciones de cuentos tendría que decir que Raymond Carver y sus títulos me cambiaron la manera de ver la vida. Pero considero a todos ellos un solo libro. ¿A quién preferiría de todos mis adorados cuentistas? ¿En verdad puedo poner a Carver por encima de Chéjov y su inigualable "Pabellón número seis" (o "El Jardín de los Cerezos" que fue un libro que al leerlo por primera vez no me dijo gran cosa pero al paso de los años, y después de darle muchas vueltas, fue creciendo en mi imaginario)? ¿Puedo decir que me gusta más que los cuentos de Inés Arredondo o Juan Rulfo (los cuales he releído infinidad de veces)? No puedo terminar esta reflexión sin mencionar libros como "El libro vacío", "Mientras agonizo" o "La leyenda del santo bebedor" (libros que yo hubiera deseado escribir).

Hablar de nuestras lecturas es hablar de nuestra historia personal, es hacer un poco de biografía. Y no quisiera pensar que mi vida puede ser resumida en cinco libros, o capítulos de mi experiencia inacabada.

"Alguien tiene que perder" de César Gándara, Editorial Jus, 2008, 88 págs., 99$.

Una lectura de el "Quijote" lleva a un ingeniero a hacerse escritor. Un joven padre de familia busca en Barcelona el éxito que se le niega en su país. Son dos historias independientes, son dos cuentos separados pero, entre ambos, el sonorense César Gándara, uno de los nuevos creadores con mayor empuje, traza una bella, áspera y paradójica metáfora del éxito: una visión de la soledad y del fracaso, no exenta de humor.


Autor

César Gándara (Guaymas, Sonora, 1971) es narrador, editor y promotor cultural. Estudió la carrera de Letras Españolas en la Universidad Autónoma de Nuevo León e hizo una maestría en literatura comparada en la Universidad de Barcelona. Imparte clases en la Escuela de Escritores de la SOGEM y en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Tiene cuentos publicados en varias antologías, así como en diversas revistas literarias de México, Perú y España. Obra suya ha sido traducida al catalán. Es autor de los libros "El Reyno", "Es el viento" y "Alguien tiene que perder" (Jus).

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